Constantemente llegan a mi
historias sobre hallazgos de diversa índole atribuibles a “indios del pasado”, ¿Por qué se preguntará el lector?, fácil, porque soy arqueóloga y eso es un verdadero descubrimiento en nuestro país ya que somos relativamente escasos y por una suerte cinematográfica nuestra profesión es fantástica para quien nos conoce.
No hace muchos años mi afición por las montañas me llevó a diversos puntos de nuestro país y de otros, en busca del placer de la conquista y desafío de la naturaleza. En cada viaje, en cada expedición o salida de fin de semana más de alguna vez vi algo que me pareció antiguo, o escuché a alguien que relataba sobre sus “tesoros” personales encontrados en algún paraje poco transitado de lo Andes.
Quizás fueron estos elementos mi inspiración, quizás las películas de aventuras, en toda esta ensalada de cosas decidí estudiar arqueología; lo cual ha constituido una aventura llena de gratos y difíciles aprendizajes, ya que activar tú conciencia, y comprender que mi trabajo es irrelevante para algunos a veces por ignorancia (es idealista proteger lo Patrimonial), o pasado por alto por intereses económicos, es a lo menos difícil.
Ahora bien, este relato es para comenzar a introducirnos en un tema que me preocupa y que es muy grave; es por eso que me he decidido a escribir por este medio, pues sé que usted lector, quiza de una forma ocasional o regularmente visita y recorre los hermosos parajes de nuestro país, tanto en la tierra como en el mar. Me dirijo a usted, que ama o por un afán deportivo, hace un uso directo o indirecto de los recursos patrimoniales naturales y culturales que existen en estas tierras.
Es posible que estas palabras parezcan poéticas o idealistas, pero lo concreto es que, en Chile, si existen leyes para proteger eso que es llamado patrimonio, y no son leyes nuevas, de hecho, datan de los años 70’; entonces, cuando tu recoges algo en un lugar que te parece antiguo, cuando en el norte de nuestro país más de algún expedicionario toma puntas de flecha, cerámicas o hasta cuerpos momificados y se las lleva a su casa o las vende en el mercado negro, esta incurriendo en un delito penado por la ley.
No hace muchos años mi afición por las montañas me llevó a diversos puntos de nuestro país y de otros, en busca del placer de la conquista y desafío de la naturaleza. En cada viaje, en cada expedición o salida de fin de semana más de alguna vez vi algo que me pareció antiguo, o escuché a alguien que relataba sobre sus “tesoros” personales encontrados en algún paraje poco transitado de lo Andes.
Quizás fueron estos elementos mi inspiración, quizás las películas de aventuras, en toda esta ensalada de cosas decidí estudiar arqueología; lo cual ha constituido una aventura llena de gratos y difíciles aprendizajes, ya que activar tú conciencia, y comprender que mi trabajo es irrelevante para algunos a veces por ignorancia (es idealista proteger lo Patrimonial), o pasado por alto por intereses económicos, es a lo menos difícil.
Ahora bien, este relato es para comenzar a introducirnos en un tema que me preocupa y que es muy grave; es por eso que me he decidido a escribir por este medio, pues sé que usted lector, quiza de una forma ocasional o regularmente visita y recorre los hermosos parajes de nuestro país, tanto en la tierra como en el mar. Me dirijo a usted, que ama o por un afán deportivo, hace un uso directo o indirecto de los recursos patrimoniales naturales y culturales que existen en estas tierras.
Es posible que estas palabras parezcan poéticas o idealistas, pero lo concreto es que, en Chile, si existen leyes para proteger eso que es llamado patrimonio, y no son leyes nuevas, de hecho, datan de los años 70’; entonces, cuando tu recoges algo en un lugar que te parece antiguo, cuando en el norte de nuestro país más de algún expedicionario toma puntas de flecha, cerámicas o hasta cuerpos momificados y se las lleva a su casa o las vende en el mercado negro, esta incurriendo en un delito penado por la ley.
Más claro echar agua, si no, revise la Ley de Monumentos Nacionales 17.288, en: www.monumentos.cl , donde en el articulo 1 dice: “Son monumentos nacionales y quedan bajo la tuición y protección del Estado, los lugares, ruinas, construcciones u objetos de carácter histórico o artístico; los enterratorios o cementerios u otros restos de los aborígenes, las piezas u objetos antropo-arqueológicos, paleontológicos o de formación natural, que existan bajo o sobre la superficie del territorio nacional o en la plataforma submarina de sus aguas jurisdiccionales y cuya conservación interesa a la historia, al arte o a la ciencia; los santuarios de la naturaleza; los monumentos, estatuas, columnas, pirámides, fuentes, placas, coronas, inscripciones y, en general, los objetos que estén destinados a permanecer en un sitio público, con carácter conmemorativo”.
Aún más relevante para los bolsillos, de quien simplemente no es consiente del daño que significa llevarse un “simple plato metálico de un barco hundido o una puntita de flecha del Cerros Peladero, el Plomo, Llullaillaco, Licancabur” (Solo por dar un ejemplo); sepa que, tanto las personas naturales como jurídicas (empresas), que son descubiertas en estas practicas pueden ser sancionadas hasta con 200 UTM. ¿Por qué?, porque si no denunciamos dichos hallazgos para que sean vigilados y protegidos por el estado, estamos pasando por sobre la ley; aun más, estamos contribuyendo con la destrucción de nuestra herencia y el legado que quedara para las futuras generaciones.
Esto es muy simple, porque por mucho que seamos dueños de un terreno y en nuestros cultivos o el jardín de nuestras casas encontremos algo arqueológicamente interesante, no somos dueños de lo que hemos encontrado; los dueños de ese pedazo de historia somos todos los chilenos pues esa insignificante piedra de moler o figurilla de cerámica es considerado a nivel internacional Patrimonio Cultural Arqueológico y si quiere saber las definición de esto, están en: www.unesco.org o en www.icomos.org
A grandes rasgos estos textos se refieren a que: “El Patrimonio Arqueológico engloba todas la huellas de la existencia hombre y se refiere a los lugares donde se ha practicado cualquier tipo de actividad humana, a las estructuras y los vestigios abandonados de cualquier índole, tanto en la superficie, como enterrados, o bajo las aguas, así como materiales relacionados con los mismos”.
…Grave; grave es que algunas veces por ignorancia seamos cómplices de aberrantes saqueos que destruyen la evidencia del pasado irremediablemente, grave es que por unos pocos pesos dejemos que un turista extranjero se robe un “recuerdito”, para mostrarlo en algún país de primer mundo. Vergonzoso es que por bonitos que sean nuestros “tesoritos”, nos sintamos orgullosos de exhibirlos en el living o escritorio de nuestras casas.
Ejemplos de este corto relato hay muchos, y más de alguno habrá llegado a sus oídos; el punto relevante aquí es que si usted trabaja o por disfrute visita la cordillera, el mar o los valles de la larga faja de tierra, es su obligación como ciudadano: ser conciente, informarse, proteger y denunciar sus hallazgos patrimoniales (sitios u objetos arqueológicos), o a alguien que este robando, porque guardar una reliquia de quienes habitaron Chile antes que nosotros, en nuestras casa es un robo. Aún más cuestionable es venderla, porque eso es tráfico y existe una Lista Roja de Objetos Patrimoniales que están circulando en el mercado internacional de manera ilícita.
Bueno, esta es mi invitación: protege y preserva nuestra memoria histórica; evita destruir contextos de valiosa información para futuras investigaciones y proyectos que pueden favorecer la educación y adecuada difusión de las culturas que han habitado en Sudamérica. Ama y disfruta de la Naturaleza, pero ten siempre presente que esos paisajes también fueron parte de la vida de otras sociedades en otras épocas, y que el verdadero valor de dichos espacios es la conjunción e interacción de la naturaleza y la cultura, si no esa naturaleza no seria relevante para nosotros.
Fotos:Cerro Piuquencillo (2001),
Arte Rupestre en Quebrada Talabre (2006)